A mediados de los 80 y al entrar en La Troya, los jóvenes intentábamos pasar raudos la primera pista “de los Serenade”; allí tocaban con su solista villenense Ángel Romero. Al tiempo oí hablar de un cantante de Los Serenade llamado Bernardino; además leí que Los Serenade desde 1962 hasta 1973 se llamaron Los Serenade y Bernardino… Por mi edad a Bernardino no lo conocí porque cuando empecé a pisar La Troya en los 80, él ya se había marchado del grupo.
Bernardino quedó en el maravilloso recuerdo de la comparsa pero en 2019 nadie sabía si seguía con nosotros en este mundo de risas y lágrimas o como escribió Cervantes había “subido al cielo sin alas”. ¿Dónde estaba el sigiloso Bernardino de antaño? Después de tres años de trabajo investigador, teléfonos, correos, pistas diversas, mentiras varias y filosofar sobre lo divino y humano, mi búsqueda detectivesca dio sus frutos: Bernardino sigue felizmente con nosotros y pude hablar con él por teléfono. Ni qué decir tiene que aceptó gustosamente realizar a sus 85 años, la maravillosa entrevista que hoy les traigo a colación en nuestro Catón 2023.
Quiero recordar que esta investigación es la tercera de Los Serenade en nuestra comparsa y hoy vamos a conocer el testimonio de su vocalista 1956-1973: Bernardino Gosp Martínez. Ni qué decir tiene que con su testimonio…Los Serenade y Bernardino vuelven con nosotros.
Si bien la cita la concreté con Bernardino para la realización de una entrevista personal “al uso”, tras hablar con mi buen amigo Chimo Muñoz éste me propuso aprovechar el viaje y hacerle él una grabación para el documental sobre el 175 Aniversario de la comparsa (estrenado el 29 de octubre de 2022). A la cita acudimos Chimo y su cámara Dani Sanjuan, mi pareja Elisa Bañón, así como dos de los señores y amigos con los que había tenido varias conversaciones sobre el viaje para ver a Bernardino: los estudiantes Alejandro Jiménez (presidente 1970-1972) y Eugenio Gazabat (sus conocimientos sobre La Troya son enciclopédicos). No pudieron venir otros dos estudiantes: Juan Oliva y mi tío Antonio Arnedo de Ves.
Al llegar al Puerto de Gandía encontramos a Bernardino en el restaurante donde habíamos quedado; tras las presentaciones entró en escena la filmación que Chimo le tenían que hacer. Acto seguido nos tomamos un piscolabis en el puerto y seguidamente en el Restaurante Ca Patxi degustamos una picaeta y suculenta paella marinera; al mejor estilo de los viejos soldados de la infantería española, el cubierto corrió por cuenta de cada uno de los bolsillos presentes salvo, obviamente, el de Bernardino. A continuación Chimo y los demás invitados partieron dirección Novelda para entrevistar a la viuda del Mesonero Mayor de La Troya: Cándido.
“¿Por qué entro yo? Pues a raíz del concurso que gané en Radio Algemesí, el pianista que acompañaba a los concursantes le dijo a Hilario… coge a este chico y verás cómo sí que cuaja. Hilario era el propietario de la Orquesta Serenade. El pianista e Hilario eran amigos y hablaron entre ellos; Hilario le dijo que no tenía suerte con los cantantes y le dijo el pianista… coge a este y verás cómo sí que cuaja. Yo le dije a Hilario que hablara con mi padre y mi padre le dijo que no porque era muy joven yo aunque luego le diría que sí. Hilario era muy buena persona; tenía un carácter… Así a primera vista parecía que tenía mal genio y lo tenía pero era muy buena persona y muy profesional. Él tenía la Pensión Alcireña en Alcira. […]”.
Tras tres horas de entrevista, las conclusiones muy resumidas ya la vez maravillosas, son las siguientes:
Tras un día de estudiantes, camaradería, filmación, viandas, sobremesa y entrevista a Bernardino de casi tres horas, llegó la despedida. Por mi parte le agradecí la deferencia que ha tenido conmigo y mi trabajo investigador; le hice entrega de nuestros libros del 150 y 175 aniversario, así como algunos catones. Por parte de Bernardino me transmitió su agradecimiento y me pidió que se lo hiciera llegar a nuestro entonces presidente Cuchillo, directiva y muy en especial a toda la comparsa de Estudiantes de Villena. Así lo hago y queda fijado sobre el papel.