Cuántas ganas de Fiestas que estaban prisioneras en nuestros cuerpos a punto de estallar. Y a pesar de empezar a tener chispazos de lo que se venía, el 12 de mayo siempre es especial. Se volvió a oler y escuchar la pólvora, la cual echábamos de menos de nuestras vidas. No podemos decir que ha pasado todo; que fue una pesadilla de la que nos estamos despertando lentamente, paso a paso. Pero seguimos hacia delante.
El 12 de mayo estaba marcado en rojo en el calendario. La rutina festera volvía a Villena, y el día que se recibía a la Mahoma volvió a ser especial. Los arcabuceros quitaron el polvo acumulado a sus armas; muchos festeros volvieron a vestir sus colores y gorros de campaña. Y el ambiente festivo recorrió una vez más las calles de nuestra ciudad. La Troyica lució guapa de nuevo, aprovechando la plena primavera en la que nos encontramos. La estupenda temperatura que la tarde nos brindó permitió disfrutar de un aperitivo en la casa de los Estudiantes que muchos disfrutamos con una gran sonrisa en nuestras caras. Apetecía, y mucho, estos raticos en la Troyica. Cuando el sol comenzaba a decaer, los arcabuceros cogieron sitio en la calle para poner en marcha de nuevo el ciclo festero. Ruido atronador al que acompañó la música, la cual ha vuelto para quedarse. El desfile festero, eufemismo empleado por los gobernantes de la ciudad, transcurrió sin novedad, entre ruido de la pólvora y de la juventud de esos chiquillos que se han perdido los mejores años festeros de su vida. La Mahoma ya reposa en el interior de la Casa del Festero. En septiembre la devolveremos.