Nombre: EL COTARRO

CONTACTO: JOSÉ RUESCAS MILÁN
FUNDADA: 6 de enero de 1960
Nº DE SOCIOS: 16
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TODAS LAS PEÑAS

COMPONENTES

– JUAN JOSE OLIVA MARTINEZ
– ANTONIO SANCHEZ MARTINEZ
– JOSE RUESCAS MILAN
– ANTONIO HERNANDEZ HERNANDEZ
– EVARISTO ROLDAN GARCIA
– RAFAEL LOPEZ-TARRUELLA MARTINEZ
– JOSE GRAU CERDAN
– JOAQUIN ALONSO HERNÁNDEZ
– ALEJANDRO JIMENEZ NAVARRO
– JOSE JOAQUIN ESQUEMBRE BELLOD
– ANTONIO DIAZ HERNANDEZ
– JOSE HERNANDEZ GARCIA
– FERNANDO PÉREZ HURTADO
– VICENTE MICO GARCIA
– FRANCISCO PÉREZ HERNÁNDEZ
– ENRIQUE BELDA AMOROS

CENA DE LA SADINA. Día 7 de septiembre de 1989.

Una cena anómala que vivió la Peña el Cotarro

Ya se ha escrito sobre este día. Faustino Alonso Gotor tuvo la santa paciencia de escucharnos e interrogarnos para reflejarlo en su artículo ‘La Cena de la Sardina’, publicado en la revista extraordinaria ‘Día 4 que fuera’ de septiembre de 1991. Muchas veces, en la peña lo hemos recordado también y es una pena que se puedan perder hechos de aquel día, por lo que creo que antes de que se nos diluyan los recuerdos, dejemos escrito, los protagonistas, cómo fue aquel día inolvidable.

La Cena de la Sardina en sí, no es solamente el hecho de juntarnos a comer un bocadillo con unos ingredientes determinados. Ya en sus primeros tiempos era un acto de camaradería que realizaban aquellos Estudiantes para rellenar una tarde que era antesala de La Retreta. Juan Oliva Martínez se incorporó a La Cena de la Sardina de ‘los mayores’ a finales de los años cincuenta del siglo pasado y, desde entonces, colaboró ininte­rrumpidamente como pinche y escuchando y aprendiendo de estos. Fallecido el gran organizador, José Díaz Domene ‘El Pimiento’, en octubre de 1975, se hace cargo de la misma a partir de las fiestas de 1976 y al año siguiente, 1977, como organizador y presi­dente de la Comparsa.

Con la pérdida de ‘El Pimiento’, Juan tuvo la feliz idea de que podríamos ser capaces de continuar, haciéndose él responsable de la organización de La Cena de la Sardina, arropado por los amigos y componentes de la Peña El Cotarro. De este modo, se iniciaba una nueva etapa en nuestra entrañable ‘cena’. La etapa en que la comparsa iba haciéndose muy numerosa y un acto como este, tan simple pero tan grande, empezaba a complicarse y nosotros no íbamos a ser capaces del milagro de la multiplicación de los panes y las sardinas y, en consecuencia, habría que trabajar de verdad. Y aunque el número y los tiempos traerían, la irreversible pérdida del pintoresco tipismo, se intentó por todos los medios conservar y asegurar que perdurara al máximo la idiosincrasia estudiantil.

El día 7 de septiembre de 1989, después de La Ofrenda y del aperitivo de La Troyica, actos que se libraron de la amenazante lluvia que nos acompañaba durante todos los días de las fiestas –ahora, en estos tiempos tan mediáticos lo llaman de la gota fría o de la DANA-  los componentes de la Peña el Cotarro, con alguno más, nos reunimos a comer en La Troyica por primera vez, pues ya habíamos instituido anteriormente esta comida con el fin de juntarnos todos y que nadie se escaquease para los posteriores trabajos. La amenaza de lluvia continúa y se convierte en realidad. Empezamos la tarde con una paella cocinada y servida en la misma Troyica. Nos la hizo ‘El Pavaroti de la Troyica’. Otra anterior a esta la cocinó el valenciano Antonio Ferrer, cuñado de Antonio Sánchez, que también nos ayudaba en la preparación de la cena. Un buen hombre, cuñado, amigo y gran trabajador en las cenas que muchos años nos acompañaba. También estaba, ese día, una colaboradora que siempre que podía venía expresamente desde Madrid y cuando por razones de trabajo no podía venir a este acto, nos llamaba por teléfono al Retén de la Policía Municipal del Ayuntamiento, para interesarse por cómo llevábamos la cena. Una buena Estudiante que también fue madrina de la Comparsa en 1964, María Teresa López-Tarruella Bautista, que ese año de presente nos ayudó en esta azarosa cena. Sirvan estas líneas en recuerdo de ambos DEP.

Pues bien, hechos estos prolegómenos, terminada nuestra comida y ya la hora de comenzar el trabajo tradicional, viendo que la lluvia no paraba y sin visas de darnos un respiro, estábamos indecisos, confusos y con la incertidumbre de no poder realizar la cena en la Plaza de Santiago o en La Troyica, que por aquel entonces tampoco reunía las condiciones necesarias. Pensó alguien entonces y quizá fuese la solución más cómoda, en hacerla simbólicamente con un solo bocadillo pero con mucho amor festero, allí, en el mismo lugar, en la Plaza de Santiago, ofrecérselo a nuestra madrina, Mari Virtu Ruescas Ferriz y que fuera ella la única Estudiante, que en representación de todos, celebrara La Cena de la Sardina. Pero…

Cuando el tiempo apremia y las ideas fluyen a borbotones, no se podía consentir que por primera vez en la historia no se celebrase La Cena de la Sardina, tan antigua como la propia Comparsa de Estudiantes y casi como las mismas Fies­tas. A otro Cotarro se le ocurrió, ¿Por qué no hacer la cena en los hogares del Santuario de las Virtudes? Pero, ¿quién tiene la llave de ese recinto también nuestro y tan festero? Sabíamos quién pero dónde estará esta persona a estas horas un día 7 de Fiestas. Una avanzadilla se fue a La Virgen. Tuvimos dificultad en encontrarlo pero la perseverancia lo consiguió. Los utensilios ya los teníamos en las furgonetas y, una vez recogidos los ingredientes del horno y casa Faenas que nos aprovisionaban, gracias a los medios de transporte prestados como siempre, por el furgón de Jerónimo Sánchez Navarro ‘El Zorri’ y la furgoneta de Antonio Martínez Sauco ‘El Cuco’, la peña al completo se trasladó a La Virgen.

Llevábamos mucho retraso, no había allí luz eléctrica y había que apresurarse, no hubiera el tiempo necesario para hacer los más de mil bocadillos. Encendimos los suficientes fogones pues disponíamos de todos los hogares del mundo. Inicialmente se decidió llegar a unos quinientos bocadillos para cubrir el expediente, pero la responsabilidad adquirida, la veteranía en la confección y el buen trabajo en equipo, lo­gró el éxito. No se podía consentir que ya que lo estábamos consiguiendo no hubiera bocatas para todos

Se había alcanzado la meta inicial. Aún que­daba tiempo y luz. ¡Sigamos!  Seguimos y llegamos. No hubo necesidad (por la humedad) ni posibilidad (por la lejanía) de mandar a Vicentico El Corto y a Morata a por agualimón, para refrescarnos. El milagro se consiguió al alcanzar la cantidad suficiente. El milagro de los panes, los pimientos, los huevos, las salchichas y las sardinas en una tarde llena de adversidades se había logrado. Ya lo teníamos, pero había que llevar ‘la cena’ a sus destinatarios, los Estudiantes. Había que limpiar y dejar todo tal y como nos lo habíamos encontrado.

Finalmente entramos en la Plaza de Santiago, con el cargamento ya en limpio y en cajas de cartón que previamente, como todos los años, habíamos recogido de casa del tío Juan (administrador de Tabacalera para la comarca) de José Joaquín Esquembre. Aquel día marcamos un hito en el buen hacer en la tar­de del día 7. La gente pensaba que no había cena, puesto que no había visto ningún movimiento anterior por allí, pero allí estábamos. El cielo se había despejado de las inquietas nubes negras y rápidamente se montaron las mesas y el pasillo para el reparto. La Cena de la Sardina allí estaba, como todos los años como si nada hubiese pasado.

Después de esta azarosa cena, la Peña el Cotarro continuamos tradicionalmente realizándola en la Plaza de Santiago, a pesar de que hubo comentarios y algunas presiones para que la cena se hiciera en la Plaza de las Malvas, pero nosotros, muy tradicionalistas, allí continuamos hasta que el cuerpo aguantó y encontramos un relevo para librarnos de esta responsabilidad que ya pesaba excesivamente sobre nuestros huesos.

Fue el año 2000, después de 25 años preparándola, cuando pensando en el relevo y viendo que nuestros hijos e hijas y amigos de estos se encontraban con ganas y con la fuerza que da la juventud para relevarnos, les cedimos los trastos y ahí siguen para bien de todos los Estudiantes. Ellos crearon “La Peña de la Cena de la Sardina” para unirse a tal fin. Ellos continúan y la tradición sigue moviendo la Comparsa.

Nota Final:

  1. Según parece, anteriormente a este año, en 1982, ocurrió con el tiempo algo similar y la Cena se preparó en La Troya (detrás de la barra) y una vez preparados los bocadillos se repartieron en el pasillo de la entrada de carruajes de la Casa del Festero, con una corriente de aire y frío que alguno lo recuerda como único episodio de este día.
  2. Este año 2020 que la Comparsa de Estudiantes celebra el 175 ANIVERSARIO de su Fundación, no es menos importante para nosotros que desempolvados antiguos documentos de nuestra juventud, que dormían por ahí, os comunicamos que nuestra peña cumple en la Comparsa de Estudiantes su SESENTA ANIVERSARIO.

De los recuerdos de la Peña el Cotarro por José Grau Cerdán