Volvió a traer el 12 de mayo a Villena desde Biar a la querida Mahoma. Y en lugar de recibirla con un día primaveral estupendo, llegó mojada y con truenos. Pero es que ya lo dice el refranero español: “Cuando marzo mayea, mayo marcea”.

El hecho de que tal fecha cayera en viernes, pues dio un empujoncito a disfrutar de un tardeo festero. Y así se hizo en nuestra Troyica, la cual se vistió guapa para la ocasión, pero bajo refugio porque la meteorología no era propicia. No se pudo disfrutar del patio, pero dentro también se alcanzó un gran ambiente y los numerosos asistentes dieron buena cuenta del aperitivo-merienda que se les ofreció. Estos raticos se esperan como “agua de mayo”, aunque se lleve al extremo literal de la expresión.

A la hora tradicional, y sin dejar de mirar al cielo, por si las moscas, se acudió al punto de encuentro de siempre donde los arcabuceros desperezaron sus armas y les dieron un buen uso para que toda la población recordase el día que era. Comandados por el Capitán, disfrutaron como chiquillos, sobre todo el de la barba larga y frondosa, quien estrenó cargo como delegado de turno y disparó más alto, más fuerte, más rápido…

Tras ellos, el resto de cargos abrieron la comitiva delante de la Mahoma, sin alteraciones en el orden de colocación de las banderas. Cada uno en su sitio, como debe ser.

La Mahoma llegó a su morada estival bajo el estruendo de los arcabuces y con el olor a pólvora impregnado en el ambiente, reposó en su nuevo carro en la Casa del Festero donde pasará un tiempo hasta su vuelta al vecino Biar. Y eso ya será en Fiestas, las cuales cada vez están más cerca. Y es que “mayo y septiembre son dos hermanos, uno de invierno y otro de verano”.

Crónica: Fernando Ruescas. Fotos: Villena Cuéntame.